El uso de reservas para el pago de deudas beneficia al vino argentino
por Roberto Actis, desde Barcelona para italiaenamerica.com
No hace falta analizar muchos datos para comprender que el cambio de rumbo de la oferta exportable de la viticultura argentina se incrementó sustancialmente luego de la fuerte devaluación de principios de la década pasada. Esa competitividad monetaria permitió al vino argentino salir masivamente al mundo. Luego, algunas bodegas mejoraron la calidad y lograron posicionar sus referencias, alejándose del riesgo de perder ventas por una suba de precios. Pero éstas últimas son la gran minoría. Más allá del clima festivo que existe de la mano del Malbec, el vino argentino sigue dependiendo de su competitividad monetaria. El consumidor americano, para situar un mercado relevante, considera al vino argentino como una opción excelente entre precio y calidad. Por esto las exportaciones crecen, pero lejos se está de aparecer entre las marcas más elegidas de mayor valor del mercado.
El tipo de cambio de un país esta íntimamente ligado a las reservas que su banco central posee. Para poder seguir siendo competitivos a nivel precio necesitamos un dólar en los niveles actuales, inclusive sabiendo que los costes de importación de recursos para el sector se encarecen.
Con el histórico superávit comercial de la Argentina actual, es imposible mantener un dólar alto sin la intervención del BCRA, quien debe comprar esas grandes cantidades de dólares que reciben los exportadores argentinos. Ahora bien, ¿qué hacemos con esos dólares para que no generen una suba del peso y disminuyan nuestra competitividad?
Ése es un gran dilema de los países. Allí es donde las estrategias de políticas económicas emergen. China, por ejemplo, compra bonos americanos.
Y otros países como Argentina no tienen que pensar mucho, porque tienen el tema ya solucionado por obligación. Sus grandes débitos con el mundo, le da una salida para esos dólares sin que se genere más inflación, que ya es un tema muy preocupante para la competitividad argentina y, por otro lado, tiene el efecto positivo de quitar del país esa difícil cruz llamada deuda externa y entrar al sistema financiero internacional con la frente un poco más alta.
Seguramente, ir al Caribe con un dólar más bajo conviene a todos los argentinos. Pero más conveniente sería que esos hoteles del Caribe tengan en sus cartas muchos más de nuestros vinos.