Lo más inquietante para sus partidarios es que el primer ministro está perdiendo su popularidad en la clase media.
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Ante la acumulación de sondeos que predicen su derrota en las elecciones legislativas del 9 de abril, el presidente del Consejo italiano, Silvio Berlusconi, podría retirar su candidatura para dejar que la lista del frente de derecha Casa de la Libertad (CDL) sea conducida por el viceprimer ministro, Gianni Letta.
"Es pura invención, fantasía absoluta", comentó Berlusconi en el famoso programa de televisión Porta a porta. "Además, creo que Gianni no aceptaría reemplazarme", agregó.
A dos meses de las elecciones, el frente de derecha que encabeza Berlusconi totaliza apenas 46.5 por ciento de las intenciones de voto, según un sondeo del instituto Ekma, contra 52.2 por ciento de la coalición de centro-izquierda que dirige el ex presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi.
Algunos miembros influyentes de la alianza de centro-derecha ?—como Gianfranco Fini, Pierferdinando Casini y Umberto Bossi?— se pronunciaron en forma prudentemente discreta a favor de la "staffetta", como los italianos definen ese cambio de candidaturas. "No tienes que ceder, pero si decides dar un paso atrás, tendrás todo nuestro apoyo", le prometió pérfidamente Bossi, líder de la Liga del Norte.
Los comentaristas de la prensa italiana, que consideran ese cambio en la cúspide como una "hipótesis probable", estiman que -si se produce- se concretará entre finales de febrero y principios de marzo. "Hay 50 por ciento de posibilidades de que se realice", estimó Roberto Maroni, ministro de Trabajo.
La elección de Gianni Letta como sucesor de Berlusconi responde a cierta lógica. En primer lugar, este ex periodista y abogado de 70 años es el único que goza de la confianza absoluta del Cavaliere.
Formado en las filas de la ex Democracia Cristiana, que gobernó Italia durante casi medio siglo, Letta es un hombre conciliador y de consenso, respetado tanto por la oposición como por los dirigentes de su partido Forza Italia. Por otra parte, es uno de los pocos hombres aceptables para los "barones" de la coalición de derecha, aunque es difícil que pueda alcanzar el nivel de consenso logrado por Berlusconi.
La debilidad del primer ministro que denuncian sus aliados es real: desde la victoria de 2001 que lo llevó al Palacio Chigi (sede del gobierno), la derecha perdió todas las elecciones realizadas en Italia durante estos últimos cinco años. El aspecto más inquietante para sus partidarios es que Berlusconi está perdiendo la popularidad que tenía en la clase media. Su última aparición en Puerta a puerta reunió sólo tres millones de espectadores, cuando antes obtenía una audiencia de ocho a nueve millones.
Esas cifras parecen indicar que los electores que lo propulsaron al poder se cansaron de sus promesas huecas, sus gaffes (torpezas) y sus recetas milagrosas. "Cada una de sus apariciones por televisión nos hace perder un punto en los sondeos", reconoció su propio aliado Pierferdinando Casini, presidente de la Cámara de Diputados.
En los últimos meses, también perdió el apoyo de la poderosa central empresaria Confindustria, dirigida por Luca di Montezemolo, que también es presidente de Fiat. Recientemente Montezemolo criticó severamente la política económica, el estancamiento del país y la serie de escándalos que conmovió a Italia en los últimos meses: "La ausencia de ética y de sentido del Estado nos cuesta caro [...] Se profundizó el abismo que existía entre los que trabajan y los que trafican".
Con un magro crecimiento económico de 0.1 por ciento en 2005 y cinco millones de familias pobres, los italianos tienen la sensación de "vivir en un país estancado", de "ser más pobres que antes" y "sin un proyecto que permita expresar las potencialidades", reveló un estudio del instituto Euripes.
El aspecto más alarmante para un líder populista como Berlusconi, que se apoya en la clase media, es que 58 por ciento de los italianos confiesa que su salario no le permite llegar a fin de mes. Angustiados por esa situación global, hay actualmente 2.7 millones de italianos que acuden regularmente a un psicoanalista, reveló Euripes en su radiografía del país. En una sociedad bloqueada y sin confianza, el psicoanálisis se transformó en una próspera industria que en 2005 facturó cuatro mil 900 millones de euros (unos cinco mil 600 millones de dólares).
Todos esos indicios prefiguran el mensaje que puede salir de las urnas el 9 de febrero.
Desesperado por su acelerada pérdida de popularidad, Berlusconi multiplicó los gestos espectaculares y sus bromas de dudoso humor.
Su última gaffe fue hacer voto de abstinencia hasta las próximas elecciones. Esa promesa, formulada durante una conversación que mantuvo en Cerdeña con un sacerdote, terminó en la primera página de los diarios. Hasta ese momento, Berlusconi (69 años) se había esforzado en presentar la imagen de un seductor irresistible. Pero, cuando advirtió que esa promesa amenazaba con ridiculizarlo, se apresuró a desmentirla por televisión: "Cuando dije eso estaba bromeando", aseguró.

Fuente: www.milenio.com